jueves, 22 de diciembre de 2011

Capitulo 13.

Ya era viernes. Odio los viernes. Creo que soy la única persona rara en la tierra que odia los viernes. Lo único que los hacia más atractivos era que veía a Rocío. Y el colmo era, que iba a ser un viernes vacío. Un viernes aburrido. ¿Porque? Ya no estaba él.

Lo primero que hice fue ir a contarle a Laia la conversación que, supuesta mente ella había tenido con Álvaro. Y le pedí que al mediodía le hiciese una cara en plan: "Ya sabes", y le guiñase un ojo.

Después fui a hablar con Alba.
-Hola pequeña. ¿Haces algo mañana por la tarde?-le dije.
-No. Creo. ¿Por?
-Quedamos y me cuentas, y te cuento, y nos lloramos las penas la una a la otra ¿vale?
-Perfectisiiiimo.
Le di un beso, la abracé y me fui.

Pasé toda la mañana pensando en la conversación. En que, para ser el, había estado increíblemente majo y amable.
Cuando llegó la ultima hora estaba atacada de los nervios. Si el estaba en la puerta, entonces me hablaría ¿no? O eso me había dicho, bueno, a Laia.
Salí fuera. Miré a todas partes y él no estaba. No había venido. A saber cuantas cosas mas de la conversación eran mentira. Me fui a casa, sola, de nuevo. Últimamente ya no esperaba a nadie para irme. Solo me apetecía estar sola. O con él.

Los viernes al mediodía tengo clases de piano. Llevo haciendo piano siete años y la verdad, es que me encanta. Pero ese viernes no tenía nada de ganas, bueno, no tenia ganas de nada. En mi casa estaba mi padre y no podía llorar o poner cara de triste sin que me preguntara algo. Así que ese viernes salí antes hacia el instituto, si, hago ahí el piano.

A las dos ya estaba a punto de llegar a mi insti, al principio de la calle. Y vi, a lo lejos, al final de la calle, una camiseta igual que la que casi siempre llevaba puesta Álvaro.
"Claro. Son las dos. A esta hora salen los de bachillerato, y él ha venido a buscar a sus amigos." Pensé.
Me arreglé el pelo, me quite los restos de lágrimas y me quite un casco, por si daba la casualidad de que me hablaba. Todo esto en un tiempo récord y a medida que nos íbamos acercando. Luego me acordé de que se suponía que yo no sabia nada de la conversación, así que no le podía decir nada sugerente.Y nos cruzamos. Él levanto las cejas hacia arriba en señal de saludo y luego me guiñó el ojo. Yo estaba roja de los nervios, lo notaba, la piel me quemaba. ¿Que hice yo? Una mueca con la boca. Una simple mueca con la boca. Una simple estúpida mueca con la boca.
"Idiota, idiota,idiota." Me repetí a mi misma.

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