miércoles, 1 de febrero de 2012

Antes de continuar.

A ver, os quiero pedir perdón por tardar tanto, pero es que ahora con el instituto y las mil cosas que hago los fines de semana no me da mucho tiempo a escribir, ni a subir capítulos.
Os quiero avisar de que solo subiré los miércoles, viernes, y fines de semana que pueda. Los otros días no esperéis nada. Intentaré hacer los capítulos más largos, ya que ahora tardaré mas en escribir.
Gracias a todos los que os molestáis en leer la historia, y los que me decís lo mucho que os gusta. Os lo agradezco mucho.

Y ahora, os quiero pedir un favor, necesito personajes. Decirme un nombre que os gustaría que saliera, y que relación en la historia queréis que tenga. (Prima de Paula, novio de Laia, hermana de Rocío. ETC.).


SUS LOVEO.

Capitulo 27.


Habían pasado ya dos meses desde que me había ido a vivir al pueblo, con mi abuela.


Me fui sin avisar a nadie, solo a la directora del instituto, que ya se encargaría de transmitir la noticia a mis compañeros, y luego ya iría de boca en boca. Como Álvaro, también todo el barrio se enteraría de su accidente.


Y así fue. A las dos semanas de marcharme, me llamó Pablo, preguntando por Álvaro, si me había enterado de lo ocurrido.

-¿Si lo sé?-dije irónicamente.- Fue mi culpa. Y la tuya, en parte.
-¿Mi culpa? ¿Yo? ¿Qué narices dices?
-Si. ¿Para que le dices nada? El no hubiera ido a pegarte por vacilar, yo no hubiera ido a hablar con el, no habríamos discutido, y ... Bueno, y ahora estaría vivo.
-¿Te estás oyendo Paula? Avísame cuando madures, y te das cuenta que hay gente que hace cosas por ti. Y cuando decidas dejar de ser ta cruel como para acusar a una persona, de algo tan grave como la muerte de otra.

También dejé de hablarme con Laia. Me llamó para dar su opinión sobre la llamada con Pablo y discutimos. Ya no habíamos hablado más.


Dos meses después iba a volver a pasar el fin de semana en el barrio, para recoger unas pocas cosas más y para ver a Rocío. La echaba de menos.


Llegué a casa. Mi habitación seguía tal y como estaba cuando la dejé, la cama por hacer y los posters que al final había decidido no llevarme, seguían colgados en la pared.

Pasé toda la mañana con mi hermana y mi madre, y a las cuatro llamé a Rocío.

-Estoy ya aquí, quedamos hoy ¿no? Tengo ganas de verte.
-Pues claro. ¿La hora de siempre?
-Si. Cuatro en punto en mi portería.
-Hasta ahora.

Llegó Rocío. Me preguntó que si quería que nos quedáramos por el barrio o prefería irme fuera, para no ver a nadie. Me negué, me apetecía ver si el barrio había cambiado algo en los dos últimos meses. Dos meses. Cuanto puede llegar a cambiar la vida de varias personas en dos meses.

Fuimos camino a la plaza central. En esa plaza pasaba yo todas las tardes desde que tenía 13 años.

Acompañé a Rocío al gran kiosko de la plaza. La señora del kiosko era como el alma de nuestro barrio. No había persona que no la conociera y no la respetara.

Luego nos sentamos en un banco.
Por delante nuestro pasó un grupo de chicos, distinguí a Mónica entre ellos, y ella pareció reconocerme a mi.

-¿Pau? ¿Eres tú?
-Si. Hola.
-Que delgada estás.

Lo cierto es, que desde que vivía con mi abuela apenas comía. No porque ella cocinara mal, si no que, simplemente no me apetecía.

-¿Que tal todo? Desapareciste de golpe.
-Muy bien. Me fui a vivir al pueblo.
-Que pena. ¿Porqué?

Agaché la cabeza. Álvaro volvió a mi memoria. Bueno, a decir verdad, nunca se marchaba de ella.

-Entonces lo sabes...-dijo.
-Si... Fui la primera en saberlo.
-Los rumores son verdad pues...
-¿Que rumores?
-No importa.
-¿Y como está Eric, sabes algo de él?
-No. O esta con la moto de arriba a abajo o esta de juzgado en juzgado. No tiene tiempo para sus amigos de antes. Ni para sus padres.
-¿Tanto ha cambiado?
-La vida de las personas puede cambiar en cuestión de segundos, Paula.

A mi me lo iba a contar.

-Mónica, ¿vamos?- dijo Fran, viniendo hacia nosotras.-Hola Paula.-dijo luego.
-Si, vamos. Ya nos veremos Pau.-dijo despidiéndose con dos besos.
-Cuando vuelva.

Continué hablando con Rocío que estaba sentada en el banco, y que se había quedado muy sorprendida de que yo me hablara con Mónica y Fran. Ella no sabía nada de lo de Álvaro, ni de Eric, ni de nadie. Ella no sabía nada de los últimos tres meses en mi vida.

jueves, 26 de enero de 2012

Capitulo 26.



Cuando llegó Amparo a casa, Eric le puso al día. Le dijo que yo me iba a quedar a dormir una semana. No hizo preguntas. Se metió en su habitación, eso si, antes se paró frente a la puerta de la habitación de Álvaro y miró alrededor.

Eric se metió en el cuarto de su madre.

-Mama, ¿no vas a cenar nada?
-No tengo hambre. Si Paula y tu queréis algo, ir a por algo fuera. Hay dinero en la despensa.
-¿Segura?
-Si. Pasarlo bien.
-Vale... Buenas noches.-dijo dandole un beso en la frente.

Eric salió de la habitación.

-Paula, ¿quieres cenar?
-No.
-Llevas todo el día sin comer nada, vamos, tienes que comer algo.
-Bueno...
-Coge un abrigo y salimos.

Eso hice. No se si era la noche, o es que era yo, pero esa noche hacía mucho mas frío de lo normal, y el viento parecía que susurraba cosas.

-Ahí, calle arriba, hay un telepizza. ¿Te hace?

Asentí. Me daba igual. No tenía hambre.

Entramos y pedimos. 15 minutos, nos dijo la chica. Salimos fuera.

-¿Eric?-preguntó un chico acercándose a nosotros.
-Fran, tío, ¿que tal?
-Aquí, voy a buscar a Evelyn, que me la llevo a cenar.-me miró.-¿Y tu?
-Es Paula.
-Hola.
-Hola, guapa.

En ese momento empezó a sonrame el móvil. Le hice a Eric el gesto de que me alejaba para cogerlo y el se fué a hablar con Fran.

-Hola Laia.
-Paula tía, ¿que ha pasado? No me has llamado. ¿Que te ha dicho el tonto?

Mierda. Es verdad. Solo la familia y yo sabíamos lo ocurrido con Alvaro. Quizá mañana salia en las noticias, pero no creo que nadie se enterase del nombre.

-¿Paula?  ¿Sigues ahí?
-Si..
-¿Que quería?
-Em...
-QUE ME CUENTES.
-Está muerto.-solté. ¿Como había podido soltarlo así? Me sentía fatal.
-¿Que?
-Laia, ya me has oído ¿vale? No me lo hagas repetir.
-¿Has dicho, que está muerto? ¿Pero como joder? ¿Como?
-Laia, no puedo hablar ahora. Adiós.

Colgué y eché a llorar.

-¿Paula, que pasa?-vino corriendo Eric en cuanto me vio. Fran se alejaba.
-Ya lo he contado. Por primera vez.
-¿Alvaro?
-Si... ¿Como vamos a poder decirlo? ¿Como sin romper a llorar? La gente tiene derecho a saberlo Eric. La gente se enterará.

Agachó la cabeza.

-Se me ha ido el hambre. Coge tu la pizza si quieres.
-LO SIENTO.-grité al ver como se marchaba.

Genial. La había vuelto a cagar.

Empecé a perseguir a Eric pero el iba mas rápido. Cuando llegué a la puerta de su casa él ya había subido. Pensé en no molestarle, y si picaba igual despertaba a su madre, que, necesitaba descansar. Decidí irme a casa de Laia, y le mandé un mensaje a Eric, para que no se preocupase, y diciendo que lo sentía.

Me dirigí hacia casa de Laia, pero, cambié de opinión en cuanto me paré frente a su puerta. No queria subir. No queria verla. No queria ver a nadie. Tal vez iba siendo hora de dejar de lado todo, tal vez debia volver a casa, dejar toda esta actitud que estaba teniendo.

Llegué a casa. Piqué. Mi madre me abrió y me abrazó. Hacia tiempo que no me abrazaba así, desde que las peleas que tenia yo con mi padre, habian pasado a un grado mas fuerte. Odiaba a mi padre.

-Mamá.-le dije.
-Dime.
-Me quiero ir de aquí. Quiero irme con la yaya. Por un tiempo. Quiero acabar allí el curso. Pasado el verano volveré. Por favor. Dejame ir.
-Pero, solo queda medio curso, Paula. ¿Porque no esperas al verano? 6 meses.
-No puedo esperar seis meses mas. Necesito irme. Por favor.-pedí interrumpiendola.
-Está bien. Mañana vamos para allí y buscaré algún instituto en el que puedas matricularte.
-Mamá, Laura, mi amiga de allí, su madre trabaja en el instituto. Seguro que puede meterme.
-No vamos a meter en compromisos a la gente.
-¿Y porqué no? Se supone que tenemos que ser empáticos con la gente ¿no? Que lo sea también la gente conmigo. Porque nunca nadie lo ha sido.
-No sé Paula. Ya hablaremos. Vamos a dormir.

Y así fué. Me fui a dormir. Sin saber, que a partir de ahí, mi vida iba a cambiar.

miércoles, 18 de enero de 2012

Capitulo 25.

Otra vez camino a casa de Laia. Eran las 9 de la mañana, pero, pensé que tal vez estaria bien si la dejara dormir un poco, ya que lo necesitaba.

Así que desvíe el camino y me fui hacia la calle donde estaba la casa de Eric. Si, ahora aquella casa solo era de Eric. Bueno, de Eric y de sus padres, pero ya no vivia ningún Álvaro en ella.

Anduve por esa calle hasta llegar al banco donde, hacia apenas unas horas habia visto marchar a Álvaro subido en esa moto. Dejé la maleta en el suelo y me senté en el banco. Aquella última discusión, no dejaba de repetirse en mi cabeza. Aquellas últimas palabras que le había dicho. "No tienes futuro." Y ahora estaba muerto. Me sentía como si yo le hubiera matado. ¿Que haces cuando la persona más importante de tu vida muere? ¿Que haces cuando, a parte de eso, lo último que le llevabas repitiendo durante semanas eran millones de insultos? Miré hacia donde estaba el árbol, de donde Álvaro cogió la moto. Luego miré mi pulsera. Y después a su porteria. Increíble. Ahora que era cuando peor me sentía, ahora que realmente había motivo para llorar, ahora, no me salían las lágrimas.

Entonces miré a la ventana de su habitación, por donde, Eric me llamó la otra vez. ¿Y si subía? Tal vez su hermano necesitara apoyo ¿no?

Cogí la maleta, y me levanté. Tuve que picar tres veces para que por fin Eric se levantase y preguntase.

-¿Quien es?
-Eh..Hola. Soy Paula... No sé si vengo en buen momento y...
-Sube.-me interrumpió.

Abrí la puerta y esperé a que llegara el ascensor. No era plan de subir andando con la maleta a cuestas.
Cuando llegué arriba la puerta estaba abierta. Pasé.

-Hola. ¿Como estás?-le dije mientras el se dirigia hacia la que, hasta ahora había sido la habitación de Álvaro.
-Bueno...¿Como se está cuando se te muere tu hermano?-dijo sentandose en la cama.

Yo me quedé en la entrada de la puerta. No me atrevía a entrar. Solo habia estado dos dias en esa habitación, pero, se me llenaba el mundo de recuerdos. Otra vez la discusión volvia a pasarse por mi mente.
Eric se fijó en mi, y se dió cuenta de que mi cara habia cambiado de color.

-Paula. No tienes la culpa.-se levantó de la cama y me abrazó.
-Yo le dije que no tenia futuro. Se lo dije... Y mirale ahora. ¡No lo tiene! Soy una mierda de persona.

Eric me acarició la mejilla.

-Has estado ahí en sus últimos momentos. Estuviste con nosotros dandonos esperanzas en el hospital. Y ahora, vienes a preguntar que como estoy. Que como lo llevamos aquí, cuando tú estas igual de hundida que nosotros. ¿Mierda de persona? Eres la persona con el corazón mas grande que conozco, mudita, ¿si?

Sus palabras me llegaron y me hicieron llorar. Otra vez. Me abrazó, esta vez mas fuerte.

-Eric. Lo siento.-susurré apretandole.



Cuando ya nos tranquilizamos, salimos de la habitación y me senté en el sofá.

-¿Quieres comer algo?-preguntó.

¿Comer? Desde hacia dias no sabia a penas que era eso. Seguro que en 3 semanas había perdido minimo 5 kilos...

-No. Tengo el estomago cerrado.
-Si... Yo igual.-dijo. Y se sentó a mi lado.

Nos quedamos los dos en silencio. Mirando la tele, pero sin ver nada. Cada uno veía lo que, en aquellos momentos, en nuestras mentes aparecía.

-¿Porque llevas maleta?-logró decir.
-Me voy una semana a casa de mi aiga. Bueno, o eso pretendo. Luego voy a ir a ver si me acoge.
-¿No lo sabe?
-No. Pero me quedaré, ya verás. Necesito ir a algún lado. No tengo ninguna gana de quedarme en mi casa.
-Paula...-dijo.
-¿Que?
-Tengo que pedirte algo.
-Dime.
-Quedate aquí.
-¿Perdón?
-Que te quedes. Mi madre necesita compañia, necesita distracción, necesita superarlo. Y yo no se hacerlo. Tu si...
-¿Yo? Pero ¿que dices?
-Si.
-No se, si es buena idea...¿eh?
-Por favor. Puedes quedarte en el sofá, o en la habitación de... de Álvaro.-dijo eso ultimo con una pausa, una pausa de dolor.
-¿Lo necesitas en serio?
-Por favor.

No me pude negar. Yo me sentía culpable, y, si con eso podia ayudar, me quedaba.

-Vale.-le dije.- Me quedo.

Eric me abrazó, esta vez con un poco de alegria por la esperanza. Luego se levantó y cogió mi maleta.

-La llevo a la... Bueno, a la habitación.-dijo.

Un escalofrío recorrió mi cuerpo.
¿Habitacion de Álvaro? No podría dormir. Su fantasma me estaría vigilando en la habitación. Tendría que hacer un esfuerzo.

domingo, 15 de enero de 2012

Capitulo 24.


Llegué al portal de la casa y piqué.

-Eric. Soy Paula, ya estoy aquí.
-Espera.

Al minuto ya estaba ahí abajo. Y llevaba dos cascos.

-Toma, coge uno.
-Yo en moto no me subo, que me da mucho mal rollo. ¿Que pasa? ¿Porque tenemos que ir al hospital?

Me miró. Con la cara con la que miras a un imbécil que no se entera de nada.

-¿No te imaginas nada?
-¿Álvaro?

Asintió.

-¿Qué le ha pasado?-exclamé preocupada.
-Mi madre acaba de llamarme, que le habían llamado del hospital. A chocado contra un camión en marcha y ha volado por los aires. La moto está destrozada... Vamos a ir en la de mi amigo.
-Joder. ¿Pero que le ha pasado? ¿Como está?
-Deja ya las preguntas ¿vale? No sé nada. Sube.

Subimos en la moto y en diez minutos ya habíamos llegado al hospital.

El padre de Eric y Álvaro estaba esperando en la puerta de la entrada al hospital para llevarnos a la habitación. Bueno, para llevar a Eric.

-¿Quién es esta Eric?-le preguntó.
-Una amiga. Vamos.

Subimos a una salita donde a esas horas no había nadie. Tan solo una mujer sentada en una silla, cabizbaja, derrotada. La mujer se levantó en cuanto vió a Eric.

-Hijo.-dijo llorando.
-Mamá. ¿Sabéis algo? ¿Cómo está? ¿Qué tiene?
-Está en coma... Solo nos han dicho eso. Las últimas horas son decisivas.Hay que esperar.-dijo su padre.

Caí sobre la silla. Mirando a un punto fijo. Y me quedé quieta. La madre, Amparo, echó a llorar todavía más.

-Papá, ¿porque no te llevas a mamá a la cafetería a beber algo? Lleva 3 horas aquí. Y no es bueno.
-Yo no me muevo del lado de mi niño.-gritó.
-Vamos Amparo, no se va a mover de aquí.

Le agarró la mano. Se la besó. Y se la llevó a la cafetería.

Eric se sentó a mi lado. Le miré. Apunto de llorar.

-¿Porqué me has llamado?-pregunté.
-No quería venir solo.
-¿Y porque a mi?
-No lo sé. Fuiste la primera persona en la que pensé...

Pausa.

-¿Se va a poner bien verdad?-dije con lágrimas en los ojos.
-Claro mudita, pronto le tendremos dando por culo.-dijo riendo. Pero riendo para ocultar las lágrimas que le recorrían las mejillas.

Puse mi mano sobre su rodilla. Solo faltaba esperar.


Después de dos horas, nos dejaron entrar a la habitación. Eric y yo entramos. Al verlo ahí estirado en la cama, con todos esos morados, echamos a llorar.

Eric, le acarició el brazo.

-Vamos hermanito, tú eres fuerte.-le susurró.

Y justo entonces, pareció que el diablo se hubiera comido a la esperanza. Comenzarón a pitar los aparatos, y llegaron un montón de enfermeras que se llevaron a Álvaro.

-¿Que pasa?-gritó Eric.
-Corred. Le perdemos.-se escuchó decir a uno de los doctores.

La madre y el padre de Eric vinieron a la habitación. Nos quedamos los cuatro con el corazón en la garganta, de pie.

Pasaron veinte minutos, aunque a nosotros nos parecieron una eternidad. Vino otro médico.

-¿Son ustedes los familiares de Álvaro Fernández?
-Si. ¿Qué pasa?-pregunto su padre. El único de la sala al que le salía la voz en esos momentos.
-Lo sentimos.-dijo el médico.-No hemos podido hacer nada...

Amparo cayó al suelo de rodillas, y José, el marido corrió a abrazarla.

-¿QUÉ NO HAN PODIDO HACER NADA? HIJOS DE PUTA. ¿QUÉ COÑO SIGNIFICA ESO?-gritaba Eric empujando al médico.

Le agarré del brazo, para que se calmara, y luego lo abracé. Rompimos a llorar, como nunca antes lo habíamos echo. Amparo se levantó y se fué con José. No sé hacia donde. Y nunca preguntaré a donde.

-Eric.-le dije sacando fuerzas de donde no las había y todavía abrazandole.
-¿Qué?
- Ha sido todo... mi culpa.-dije, y un trozo de mi vida, se fue con esas palabras.

Dejó de abrazarme y puso sus manos sobre mis hombros.

-¿Qué dices?
-Si. Yo me pasé, no tendría que haberle dicho todo lo que le dije. No tendría que haber ido a hablar con él. Ha sido mi culpa. Si yo no hubiese dicho ni hecho nada, él no hubiera cogido la moto y no...
-Eh.-dijo interrumpiendome.- Jamás vuelvas a decir que esto ha sido culpa tuya.  Jamás, ¿me oyes? Esto no ha sido culpa de nadie.
-Si. Lo siento.-los ojos se me volvieron a llenar de lágrimas.

Eric me volvió a abrazar.

-Tú no has hecho nada mudita.-dijo acariciandome el pelo.-No vuelvas a decirlo ni pensarlo.

Asentí. Pero me daba igual lo que él me dijera. Me daba igual lo que me dijeran todos, a partir de ese momento. Yo me sentía la máxima culpable y nada ni nadie en la vida, me iba a hacer cambiar la opinión. Viviría con ello dentro. Con la muerte de mi primer amor. Por mi culpa.



Eric me llevó a casa, y me dejó. Entré, pero no le dije nada a mis padres. Me encerré en la habitación y hice una maleta.
-Mamá. Necesito irme una semana a casa de Laia. Perdoname, pero lo necesito.

Le dí un beso, y me fui. Sin escuchar nada de lo que mis padres intentaban decirme. Cerré la puerta. Y volví a caminar, calle arriba. Por esa calle que tantas otras veces había recorrido ya, pero que esta vez, era distinta.

sábado, 14 de enero de 2012

Capitulo 23.


Me encontraba yo mordiéndome el labio, asustada por si me había pasado, cuando ví a Álvaro salir de su casa. Llevaba unas llaves encima, y un cabreo, también. Lo vi acercarse a una moto. ¿Qué estaba haciendo? ¿Estaba subiéndose a la moto? Pero si no tenia carnet.

Ufs. Era un inconsciente. Siempre hacía lo que le venía en gana. Le vi arrancar la moto y alejarse de la calle, hasta que lo perdí de vista.

Me negaba a volver a mi casa. Era lo último que me apetecía, así que decidí acoplarme a casa de Laia, sin que ella lo supiese.

Iba camino de casa de Laia, cuando me crucé con Eric y un par de amigos.

-Mudita.-saludó.-¿Has hablado ya con él?

Asentí.

-¿Que pasa?
-Nada.

Les hizo un gesto a sus amigos en señal de que se fuesen, que tenía que hablar conmigo.

-¿Que ha pasado mudita? ¿Otra vez os habéis puesto como ayer?
-Peor.
-¿Peor?
-Si. Hemos discutido mucho, y le he dicho cosas, cosas jodidas. Y, él, ha cojido una moto y se ha ido.
-¿Una moto? ¿Qué dices?
-Joder, tenía que haberle dicho que no lo hiciese. Lo siento.
-Tranquila. No es la primera vez que sube en una moto. Ya volverá.
-¿Seguro?
-Claro mudita, tranquila.

Me despedí de él y llegué a casa de Laia. Nada más abrirme la puerta me derrumbé en sus brazos.

Le conté todo lo que me había pasado durante el día. Y también le conté, las distintas conversaciones que había tenido con Álvaro a lo largo de la semana. Dieron las 10.

-¿Quieres quedarte a cenar?- preguntó Laia, cuando ya estaba un poco calmada.
-Es lo que te iba a decir ahora, ¿puedo quedarme a dormir? No me apetece volver a casa.
-Claro que puedes, lo sabes.

Le envié un sms a mi madre. Le dije que Laia había tenido problemas con la familia y que me quedaba porque necesitaba mi apoyo. Le pedí perdón, por haber desaparecido de casa todo el día.

Pedimos una pizza y la comimos. A eso de las doce a Laia le llegó un sms. A medida que iba leyendo se le fueron llenando los ojos de lágrimas.

-Laia, ¿qué pasa?

Me pasó el movil. No podía ni hablar. Era un sms de Álex.

"Laia. Lo siento. Pero Mary me ha dicho que quiere volver, que porque no lo intentamos y me he dado cuenta de que no la he llegado a olvidar. Espero que puedas perdonarme, pero, se acabo lo nuestro como algo más que amigos."

-PERO QUE CAPULLO.-grité.

Al escuchar eso Laia hechó a llorar todavía mas. Pues si, menuda mierda de vida la mía. Estoy yo mal, y mi mejor amiga igual. ¿Quién animaba a quien?

-Laia, venga, joder, no llores. No me hagas esto. No te hundas.
-La zorra de Mary. ¿Porque coño se tiene que meter?
-Ya lo sé cariño, ya lo sé.

Cuando Laia se calmó, se me ocurrió que le llamase, y que se desahogase. Que se lo merecía. Me hizo caso.
Marcó su numero  y puso el altavoz.

-¿Laia?
-Hola capullo.
-¿Estas enfadada no?
-¿Que si estoy enfadada? Eres un cabrón. Y a parte muy poco hombre. No tienes los cojones necesarios para decirme a la cara que me dejas por otra. Por tu ex. Por Mary.
-Laia...
-CALLATE. Estoy hablando yo. No me vuelvas a dirigir la palabra, ni la mirada. Ahora mismo me siento una completa imbécil. Luchando por ti dos años, para que en dos dias llegue la zorra de tu ex, cansada de ir de flor en flor y te diga de volver, y tu como chupa culos, detras de ella que vas. Pues muy bien. Que te vaya genial. Que no te deje de aquí dos dias por otro que esté mucho más bueno que tú. Que no es dificil. Que te den.

Y colgó.

-Neni, ¿los tios son todos igual de cabrones?-le pregunté.
-Espero que no, porque si es así, estamos perdidas.-suspiró.

Nos pusimos la tele. Estaba claro que ninguna de las dos pensabamos dormir. Y así nos pasamos, viendo la tele hasta las 5 de la mañana, en silencio. De vez en cuando alguna soltaba algún comentario.

-Que bueno está ese tio ¿no?
-Ya ves.

O.

-Pues esa colonia la quiero yo, que la tiene mi prima y huele muy bien.
-Ay no sé, no la he olido. Yo es que prefiero las de melón.

A las cinco de la mañana, mientras veíamos el vigésimo quinto capitulo de Las Chicas Gilmore, me sonó el móvil. Lo miré y casi se me cae, cuando, vi en la pantalla quien era.

-¿Quien es a esta hora Paula?

La miré.

-Es Álvaro.
-¿Álvaro? ¿A las cinco de la mañana tras haber discutido contigo? Que raro.
-¿Se lo cojo tía?

No me dió tiempo. Se colgó. Pero al cabo de medio minuto volvió a insistir.

-Vuelve a llamar, eso es que no se a equivocado.
-Entonces, ¿se lo cojo?
-Vale. A ver que quiere.

Descolgué.

-¿Paula?

No era Álvaro.

-¿Eric?
-Si soy yo. ¿Donde estás?
-En casa de una amiga, ¿porque? ¿Que pasa?
-Tienes que venir a mi casa. Tenemos que ir al hospital.
-¿QUE? ¿Al hospital? ¿QUE PASA?
-Ven...

Colgó.

-¿Que pasa Paula?-preguntó Laia.
-Era Eric, dice que vaya para su casa, que tenemos que ir al hospital.
-¿Para?
-No sé.
-Oye, que igual es una broma, o yo que sé, te quiere hacer algo, ¿voy contigo por si acaso?
-No, no, no hace falta.

Cogí mis cosas y salí corriendo hacia casa de Álvaro y Eric. Si corría en 2 minutos estarí en su portal.

miércoles, 11 de enero de 2012

Capitulo 22.


Era sabado. Significa que tenía toda la mañana para dormir, pero no podía. A las siete de la mañana ya estaba con un insomnio que no me lo podría quitar nadie.

Me vestí y salí a la calle, esta vez dejandoles una nota a mis padres sobre la encimera de la cocina, donde les avisaba de que volvería por la noche, que no se preocuparan. Y que sentía saltarme el castigo.

Fui a casa de Pablo, y una vez en su portería lo llamé al móvil, para no despertar a toda su familia.

-¿Que coño?-dijo con voz de dormido, al otro lado del teléfono.
-Pablo, estoy en tu portería. ¿Bajas?
-Joder Paula, joder. Estaba durmiendo.
-Lo siento. ¿Bajas?-volví a repetir.
-Claro. ¿Cuando no hago lo que tu me pides? Ahora voy.-y colgó.

Esperé quince minutos y por fín apareció por la puerta.

-¿Porque has tardado tanto?-le pregunté.- Eres chico, no tienes que peinarte mucho, ni cambiarte 10 veces de ropa, ni maquillarte.

Entonces me fijé en su cara. Tal vez si tenía que maquillarse, o por lo menos eso decía su ojo derecho, que estaba lleno de base.

-¿Porque te has puesto tanta base en el ojo derecho?

Entonces caí. Álvaro... La pelea.

-¿Te lo hizo ayer Álvaro?

Asintió.

-Y también tengo un par de morados por ahí.-dijo señalandose el cuerpo.
-Joder. ¿Y tu que le hiciste?
-Yo nada. Le dije que no pensaba pelearme, que si quería me pegase pero que yo no iba a hacer nada.
-¿Y te pegó? PERO MENUDO SUBNORMAL.
-Ya. Dijo que no era normal pegarme si yo no quería pelear, pero que te lo había prometido a ti, y tenía que cumplirlo.
-Hijo de puta.

Hicimos silencio.

-¿Y como estás?
-Cansado. Alguien me ha despertado.
-Lo siento. Pero no vuelvo a mi casa hasta la noche, así que tu sabrás que haces conmigo majo.
-Vaya, encima ¿tengo que invitarte a desayunar y a comer y tengo que pasar la tarde contigo? Que fresca.
-Me adoras.
-Si. Eso es lo malo.

Reímos. Que genial era Pablo, siempre estaba ahí para mi. Esto no se iba a quedar así. No iba a llamar a la policía, no podía hacerle eso a Álvaro, pero no pensaba dejar que se saliera con la suya.


Pasamos toda la mañana juntos, y después de comer decidí ir a buscar a Álvaro, eso si, no le dije la verdad a Pablo.


Bendita mi suerte, me encontré a Mónica.

-Mónica, espera.-le dijé.
-Tengo prisa. ¿Que quieres? Al final no lograste convencerle ¿eh?
-No... Oye, tengo que hablar con él, no sabrás tú donde está ¿no?
-Ni idea. Prueba en su casa. Primero cuarta.
-Gracias.

No estaba muy segura de lo que estaba a punto de hacer, pero me dirigí a su casa. Si, iba a picar, pero, no me abríria. ¿Para que iba entonces?Bueno, no tenia nada mejor que hacer, eso si era verdad.

Piqué.

-¿Si?

Ese no era Álvaro, seguro.

-¿Está Álvaro?
-No, ¿quien eres?
-Da igual. Nadie.

Salí del portal.

-Hombre mudita, si eres tú.- oí.

Me giré, y en una de las ventanas estaba Eric, su hermano. Todo el mundo se había girado a mirarnos.

Que vergüenza.

-Pero sube mudita, que ahora viene mi hermano. Sube.

Subí. Tenia que echarle la bronca del siglo a Álvaro, y, me daba igual esperar.

-Hola.-le dije a Eric en cuanto subí.
-No te había reconocido mudita, como no hablaste el otro día... Tienes una voz muy bonita ¿sabes?

Reí.

-Pero pasa mujer, no te quedes ahí plantada.

Que chico más majo. Se parecía a Álvaro en cuanto a personalidad. Espero que él no fuese tan imbécil.
Me senté en el sofá, y vi como el cogía una cerveza y se sentaba a mi lado.

-Te diría que si quieres, pero eres menor. No quiero emborracharte y que cometas locuras.

Era adorable.

-Gracias, pero igualmente no bebo. No me hace falta para divertirme.
-Uy si, se vé que llevas una marcha...-dijo cachondeandose.
-Vale, acabo de comprobar que lo de ser imbécil viene de familia.
-Vaya con la mudita. Que mala leche tiene. Veo que hay problemas con mi hermano ¿no? ¿Que os pasa? Menuda la que liasteis ayer ¿eh?
-Lió el, querrás decir.
-Vaya. No estamos de humor ¿eh?
Bah, no te molestes por mi hermano, es bastante capullo, pero es buena persona en el fondo. Viene de familia-dijo guiñandome un ojo.

En ese momento Álvaro llegó a casa.

-¿Otra vez tu aquí?-dijo mirandome.
-Eh, Alvarito, te me calmas con la chica, y le escuchas, que tenéis que hablar.-dijo Eric acariciandole el pelo.- Yo me voy.
-¿Que quieres? ¿Has visto a tu novio, que guapo le he dejado?
-Si. Por eso vengo idiota. ¿Tu de que vas?
-Te lo prometí, niñata. Yo cumplo mis promesas. Veo que tu no. No has llamado a la poli.
-No lo voy ha hacer, no serviría de nada. Pero, tu vuelvete a acercar a él y verás.
-¿Que veré? ¿Me vas a pegar tu? JÁ.
-Te odio.
-Me quieres.
-TE ODIO.
-¿Me odias?
-Si. Te odio, te odio, y te odio.
-Y ¿todo ese amor que me tenías?
-Me he dado cuenta de que no me quieres. Nunca lo has hecho. Nunca me lo has demostrado ni has estado ahí para mi.
-Te equivocas.
-¿Si? Y ¿donde estabas cuando mi corazón se rompía por ti? ¿Donde estabas cuando el silencio me invadia, y te ibas de mi lado? Cuando, yo perdía todo mi tiempo pensando en ti, y haciendo de todo para verte feliz, ¿donde estabas? ¿Y cuando toda mi vida se fue al garete? ¿Eh? ¿Donde estabas? Que aunque yo te quiera, esto se a acabado Álvaro. Se a acabado. Que he aprendido a vivir sin ti, ¿vale? Que me da igual ya todo, que me has hecho daño a mi, pero no pienso dejar que se lo hagas a la gente que me quiere, y que quiero. ¿Vale?
-Vale.
-¿Vale? Y ya está. Ya que empezamos una discusión acabala ¿no?
-Vale. Adiós, vete.
-Idiota.
-Has dicho que te quieren ¿no? Como Pablo ¿eh?
-Pues si, como Pablo.
-Niñato.
-¿Niñato? ¿Niñato? Pues mira, será un niñato si tu lo dices, pero ¿sabes que? Tiene amigos. No como tú. Y si, si los conozco. Y sé que a la minima que te das la vuelta te ponen a parir. Que cuando dijiste que te ibas a Madrid, no vi a nadie que hiciese nada para que te quedases ¿eh? Estoy segura de que por él mucha gente haría algo. Y, él es buena persona. Y estudia. Si, tiene un futuro, no como tú. QUE NO TIENES FUTURO ALGUNO. Tu lo único que sabes hacer es irte a un banco con tus colegas, que ya te digo, no lo son tanto, a fumar y meterte mierdas en el cuerpo. Y sinceramente, no sé que he visto yo en ti, y no sé lo que puede ver cualquier persona en ti. Porque no tienes absolutamente NADA que valga la pena, NADA, y el en cambio si. Y luego está su familia, a él le quieren ¿sabes? Su madre esta orgulloso de él y no está todo el dia llorando por lo desgraciada que es con un hijo así. Así que sera un niñato, pero por lo menos tiene una vida que vale la pena, no como la tuya.

Dicho esto, salí dando un portazo, y corrí hasta sentarme en un banco.

Medité lo que acababa de soltar. Tal vez me había pasado. Tal vez había sido demasiado cruel con él.